"Hace unas semanas una compañera de la protectora estaba paseando con su bebé (ha sido madre recientemente) y su perrita. En un determinado momento se le acerco un señor, con la intención de ver al bebé, y después de unos primeros intercambios de felicitaciones sorprendentemente le dijo a nuestra compañera:
- ¿bueno ahora que tenéis a vuestro hijo os tendréis que deshacer del perro, no?
Por supuesto nuestra compañera le dijo que de ninguna manera, que su perrita había vivido con ellos toda una vida: alegrías, tristezas, paseos, mudanzas, traslados de domicilio, etc, etc ; que ella era una más de su familia y que ahora su hijo también disfrutaría de su amiguita peluda"
¿A que viene esto?... ayer descubrí una foto que me conmovió. Cuenta, básicamente, la historia de una perrita que siente adoración por el bebé de sus dueños, cuida de él como si se tratara de uno de sus hijos. Solo hay que ver la foto…
Esto me hace reflexionar y lanzar estas preguntas: ¿cómo somos capaces de maltratar a quien nos adora y nos defendería hasta la muerte?, ¿cómo podemos dormir sabiendo que hemos abandonado a su suerte a quien ha compartido su vida con nosotros?, entonces… ¿qué ejemplo pretendemos darle a nuestros hijos con estos actos?
Como dijo el zoólogo y naturalista austriaco Konrad Lorenz: “de solo pensar que mi perro me quiere más que yo a él, siento vergüenza”
sábado, 25 de junio de 2011
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