miércoles, 20 de junio de 2012
EL VALOR DE SU COMPAÑIA
Pongo el enlace a una pagina donde cuentan la historia de un niño autista y un gato rescatado del abandono, leerla, merece la pena.
Billy, un gato abandonado
jueves, 24 de mayo de 2012
FALTA DE ÉTICA Y DE ESTÉTICA
"A MI ESTE REY IMPRESENTABLE NO ME REPRESENTA"
Por cierto, a mí tampoco me representas y....¿por que no te marchas?
lunes, 26 de diciembre de 2011
DOS BUENOS AMIGOS

Una bella historia de Navidad.
Buttons, un ganso de 4 años de edad lleva a su amigo a todas partes, ya sea para acompañarlo o para decirle que camino tomar.
Renata Kursa, de 47 años de edad, explica como se le rompió el corazón cuando su perro Bak se quedó ciego en un accidente hace unos años. Gradualmente, el ganso Buttons fue animando al perro a caminar y guiándolo en sus paseos, haciéndose cada día más amigos. Actualmente, el ganso Buttons son los ojos de Bak.
Según comentó su dueña, son inseparables e incluso persiguen al cartero juntos.
viernes, 25 de noviembre de 2011
NOTICIAS PERRUNAS Y OTRAS ANIMALADAS
Un bonito cuento de Paulo Cohelo: Un Hombre, su caballo y su perro iban por una carretera. Cuando pasaban cerca de un árbol enorme cayó un rayo y los tres murieron fulminados. Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales(a veces los muertos andan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición) La carretera era muy larga y colina arriba. El sol era muy intenso, y ellos estaban sudados y sedientos. En una curva del camino vieron un magnífico portal de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro. El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada y entabló con él, el siguiente diálogo: Buenos días. Buenos días,respondió el guardián. ¿Cómo se llama este lugar tan bonito?. Esto es el cielo. Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos! Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera. Y el guardián señaló la fuente. Pero mi caballo y mi perro también tienen sed…Lo siento mucho, dijo el guardián, pero aquí no se permite la entrada a los animales. El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber sólo. Dio las gracias al guardián y siguió adelante. Después de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos los tres, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puerta vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles. A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero. Posiblemente dormía. Buenos días, dijo el caminante. El hombre respondió con un gesto de la cabeza. Tenemos mucha sed, mi caballo, mi perro y yo. Hay una fuente entre aquellas rocas, dijo el hombre, indicando el lugar. Podéis beber toda el agua como queráis. El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed. El caminante volvió atrás para dar gracias al hombre. Podéis volver siempre que queráis, le respondió éste. A propósito ¿Cómo se llama este lugar? preguntó el hombre. CIELO. ¿El Cielo? Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo! Aquello no era el Cielo. Era el Infierno, contestó el guardián. El caminante quedó perplejo. Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡ Esta información falsa debe provocar grandes confusiones! advirtió el caminante. De ninguna manera! increpó el hombre. En realidad, nos hacen un gran favor, porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus mejores amigos… Paulo Coelho. Hasta la semana que viene, sed buenos y responsables con vuestras mascotas. Hazte voluntario.
sábado, 27 de agosto de 2011
FIDELIDAD ETERNA

Pongo el link de una página que cuenta casos de fidelidad eterna de perros hacia sus dueños. Merece la pena leerlas, algunas historias hacen llorar.
NUNCA TANTO AMOR CUESTA TAN POCO
miércoles, 17 de agosto de 2011
AMOR INCONDICIONAL

El abogado Graham West ganó el juicio con el siguiente discurso:
“Caballeros del jurado: El mejor amigo que un hombre pueda tener, podría volverse en su contra y convertirse en su enemigo. Su propio hijo o hija, a quienes crió con amor y atenciones infinitas, pueden demostrarle ingratitud. Aquellos que están más cerca de nuestro corazón, aquellos a quienes confiamos nuestra felicidad y buen nombre, pueden convertirse en traidores. Las personas que están dispuestas a caer de rodillas para honrar nuestros éxitos, serán los que arrojen la primera piedra cuando el fracaso coloque nubes sobre nuestro porvenir. El único, absoluto y mejor amigo que tiene el hombre en este mundo egoísta, el único que no le va a traicionar o negar, es su perro. Caballeros del jurado, el perro de un hombre esta a su lado en la prosperidad, en la pobreza, en la salud y en la enfermedad. Dormirá en el frio piso donde sopla el viento y cae la nieve, solo para estar junto a su amo. Besará la mano que no tenga comida para ofrecerle, lamerá las heridas y amarguras que produce el enfrentamiento con el áspero mundo. Si la desgracia deja a su amo sin hogar y amigos, el confiado perro solo pide el privilegio de acompañar a su amo para defenderlo contra todos sus enemigos. Cuando llega el último acto, y la muerte hace su aparición y el cuerpo es enterrado en la fría tierra; no importa que todos los amigos hayan partido, allí junto a su tumba se quedará el noble animal, su cabeza entre sus patas, los ojos tristes pero abiertos y alerta, noble y sincero, mas allá de la muerte”.
La sala del juicio se lleno de un profundo silencio y algunos incluso se echaron a llorar, emocionados.
martes, 29 de marzo de 2011
HASTA EL FINAL
A diferencia de la mayoría de los días, este amaneció frío y gris junto al Puente. Los animales recién llegados no sabían que hacer, nunca pensaron en este momento. Aquellos que llevaban más tiempo esperando a sus personas queridas sabían que sucedía, y comenzaron a congregarse en el camino esperando su turno. Y, uno a uno, cruzaban el Puente junto a sus dueños y amigos…
En esto llegó un perro viejo, cabizbajo y con la cola caída. Se acercó lentamente, y aunque no mostraba signos de lesión o de enfermedad sufría un gran dolor en su alma. Al contrario que a los animales que se congregaban en el camino, a este no se le había restaurado su juventud y vigor. El pobre perro se sentía fuera de lugar, y sólo deseaba cruzar cuanto antes para poder descansar. Cuando se acercó al Puente, con intencion de pasar, un ángel le cerró el camino, se disculpó, y le explicó que no se permitía pasar a los animales con el espíritu quebrantado; solamente a aquellos acompañados de su gente les estaba permitido cruzar. No teniendo a nadie y sin otro sitio donde ir el perro caminó, penosamente, hacia el campo frente al Puente.
Allí encontró a otros como él; solos, tristes, desalentados. A diferencia de los otros animales que esperaban para cruzar, estos animales no corrían ni jugaban; sencillamente estaban echados sobre la hierba, mirando fijamente y con desesperanza el camino que cruzaba el Puente.
El perro ocupó un lugar entre ellos, mirando el camino y aguardando, sin saber realmente qué esperar. El recién llegado le preguntó a un gato que llevaba allí bastante tiempo: -” ¿qué sucede ahora?”
El gato respondió: -“estos pobres animales vivieron solos, abandonados ó maltratados, y nunca encontraron un hogar en la tierra. Al no haber tenido una persona propia a la que amar, no tienen a nadie a quien acompañar a través del Puente”
-“¿entonces qué le ocurrirá a esos animales?”, preguntó el viejo perro. Antes de que el gato pudiera contestar, las nubes comenzaron a abrirse y el frío dio paso a un sol radiante. El gato dijo: -“mira y verás”.

En la distancia apareció una persona que caminaba hacia ellos. Ahora, una cálida luz dorada bañaba a los tristes animales que estaban echados en el campo, y de repente, todos sanaron y se pusieron en pié sabiendo, por fín, su destino. Los animales inclinaban sus cabezas según se les iba acercando esta persona, y para cada frente inclinada, la persona tenía una rascadita y una caricia. Entonces todos los animales, ahora jóvenes y sanos, rodearon a la persona y juntos caminaron, a través del Puente, a un futuro de felicidad y de amor infinito.
-“¿qué acaba de suceder?”, pregunto el perro.
El gato respondió: -“Esa persona era un rescatador” y le relató: -“Los animales que se inclinaron en muestra de respeto son los que no fueron queridos en su vida. Los más afortunados solo encontraron el cariño de sus rescatadores. Aquí, la llegada de un rescatador es un acontecimiento grande y solemne, y en honor a ellos se les concede realizar un acto final de ayuda; se les permite acompañar, a través del Puente del Arco Iris, a todos estos pobres animales hasta el Cielo”
El perro meditó, y luego dijo: -"me gustan los rescatadores".
- "También al Cielo, amigo mío. También al Cielo", contestó el gato. Y juntos cruzaron…
miércoles, 10 de noviembre de 2010
UNA CARTA
lunes, 22 de marzo de 2010
NOTICIAS PERRUNAS Y OTRAS ANIMALADAS
Completado su entrenamiento, llegó la prueba de fuego. `Turco´ voló a Haití con un equipo de siete bomberos de los parques de Valladolid, Tordesillas y Palencia. Y demostraron lo que valen. Participaron en 18 rescates. Hasta los perros se deprimían ante la enormidad de la tragedia. Pero cada vida humana cuenta. Ahora de vuelta a España Turco sigue mordiendo los palitos, su gran afición, jugando con `Dopy´, su compañero de fatigas. Y entrenándose diariamente para seguir salvando vidas como si tal cosa. Desde aquí miles de gracias a todos los que creen en las segundas oportunidades. Desde el Arca de Santi trabajamos para devolver a nuestros perros la dignidad que nunca debieron de perder. Hasta la semana que viene, sed buenos y responsables con vuestras mascotas. Recuerda que si quieres ayudarnos hazte voluntario.
jueves, 26 de noviembre de 2009
El Puente del Arco Iris
"Para los animales que no tuvieron familia humana"
"Hay un puente que conecta el Cielo con la Tierra, se llama Puente del Arco Iris. Justo en ese lado del Puente, hay prados, colinas y valles verdes. Cuando muere un animal, se va allí.
Siempre hay comida y agua y tiempo cálido de primavera. Los animales viejos y frágiles aquí se rejuvenecen. Los que han sido lesionados son fuertes de nuevo. Todo el día juegan unos con otros.
Pero algunos de los animales que están aquí, a este lado del Puente, son diferentes. Estos animales fueron maltratados, pegados, torturados, pasaron hambre, nunca fueron queridos. Ellos, miran con tristeza, mientras sus amigos se marchan, uno por uno, para cruzar ese puente con su humano especial. Para estos animales, no hay nadie, no hay ningún humano especial. Su tiempo en la tierra no les dio esa oportunidad.
Pero un día, mientras están corriendo y jugando, se dan cuenta de que hay alguien esperando, de pie, en el camino al Puente. Esa persona mira con tristeza las reuniones entre amigos, porque durante su vida, esa persona nunca tuvo la compañía de un animal. Esa persona fue maltratada, pegada, torturada, pasó hambre, nunca fue querida.
Allí espera esta persona, sola, y uno de los animales que nunca fueron queridos se le acerca, curioso por saber por qué esta persona está sola. Y mientras se acercan el animal no querido y la persona no querida, surge un milagro, porque para ellos, el destino quiso que al final estuvieran juntos, una persona especial y un animal especial que nunca tuvieron la oportunidad de conocerse durante su estancia en la Tierra. Ahora, por fin, a la entrada del Puente del Arco Iris, sus almas se encuentran, borrando todo el dolor y la tristeza, ahora son dos amigos que ya están juntos.
Y juntos cruzan el Puente del Arco Iris, para no volver a separarse nunca más"

En memoria de todos los que ya se marcharon, recordandolos se nos hace un nudo en la garganta. Por Scooby, Zara, Picola, Húngaro, Kara, Risitas, Lalo, Shangay, Mamy, Lobezno, Toy, Elba, Yako, Huss, Zipi, Taby, Vera, Willow, Gala ...... y los que se nos olvidan. Todos y cada uno de ellos nos dejaron un vacio en la protectora y en el corazón.
¡¡HASTA SIEMPRE PEQUES!! Y SED FELICES EN EL CIELO DE LOS PERROS
lunes, 11 de mayo de 2009
CARTA DE UN PERRITO ABANDONADO
Ya se que hace mucho tiempo que no te escribía y lo siento, pero es que me han ocurrido muchas cosas malas desde que me separaron de ti.
Al principio todo estaba bien, aunque te echaba mucho de menos, me hacían muchos mimitos, y estaba a gusto. Pero no duró mucho porque en seguida empezaron a regañarme y pegarme. Te juro que yo no quería hacerlo, intentaba aguantarme hasta que me dolía la tripita y se me escapaba. Luego ellos me gritaban y pegaban por ello y yo me sentía muy triste porque no entendía que era lo que estaba haciendo tan mal. Yo esperaba mucho tiempo a que volvieran y les recibía muy contento, pero a ellos parecía no gustarles nada cuando llegaban y me veían.
Un día había mucho lío en la casa, ellos estaban metiendo sus ropas en unas bolsas muy grandes y parecían contentos. Yo pensé que ese era el momento de hacerles carantoñas para ver si me perdonaban y volvían a hacerme los mimitos de los primeros días. No me hicieron mucho caso, pero aún así, yo seguí insistiendo moviendo mi rabito con todas mis fuerzas e intentando ayudarles a trasladar esos trapos que olían tan bien. Se empezaron a enfadar y me asusté, así que me quedé quieto en un rincón a esperar que se les pasara el enfado.
Luego me llamaron, ... menos mal, ya no estaban enfadados. Querían sacarme a la calle ¡que bien!. Me subí al coche y me dejaron sacar la cabeza por la ventanilla. Me gustaba ver pasar los coches y que el aire moviese mis orejotas.
Cuando el coche se paró, pensé que ya habíamos llegado o que a lo mejor querían que hiciese un pis. Menos mal (pensé) porque ya me estaba costando aguantarme.
Me abrieron la puerta y bajé corriendo en busca de un árbol. Hice el pis y cuando me volví ya no estaban. No te imaginas mamá que pánico sentí en ese momento.
Esperé y esperé, estaba seguro que volverían a buscarme, quizá no se habían dado cuenta de que me habían dejado allí solo. Sí, tenía que ser eso, en cuanto notasen que no estaba, se pondrían nerviosos y volverían a buscarme.
Pasaron muchas horas, empezó a anochecer, tenía hambre y mucha sed, sentí miedo de los coches que pasaban tan rápido ... y de la soledad. ¿Tan mal me había portado? ¿se habrían enfadado tanto por coger aquel trapo? Yo sólo quería ayudar.
A lo lejos paró un coche, ¿serían ellos? ... bajaron unas personas bajitas del coche y salí corriendo a buscarles pero cuando ya estaba cerca sentí un fuerte dolor en la cabeza. Alguien me gritó: - Fuera perro asqueroso, seguro que tienes la rabia.
Me di la vuelta mareado, me dolía mucho la cabeza y sentía como si la tuviese mojada. Me tumbé a dormir ... tenía mucho sueño y estaba muy cansado.
Cuando desperté estaba en otro coche con otro perro, me habían puesto algo en la cabeza que me picaba. Me lo intenté quitar pero una voz muy dulce me dijo: - No pequeñín, no te quites el vendaje, es por tu bien -. Me acarició el lomo ... ¡Ay, que gustito! como echaba de menos las caricias.
Me llevaron a un sitio en el campo donde había muchos otros perros. Hacía frío, pero me dieron agua y comida. No estaba muy rica, pero con el hambre que tenía me supo a gloria.
Nos metieron al otro perrito y a mi en una caseta que estaba húmeda, nos dieron un achuchón y nos dijeron que nos encontrarían una familia. A mi me dijeron que como era jovencito y muy guapo que no tendría muchos problemas. Lo cierto es que no entendía lo que pasaba, pero como seguía cansado, en seguida me dormí de nuevo.
A la mañana siguiente nos sacaron de la caseta y conocí a algunos de los perros que había allí. Me contaron sus historias y entonces comprendí lo que había pasado ... Me habían abandonado.
La mayoría de sus historias eran peores que la mía, yo tuve suerte de que me recogieran pronto y que no fuesen los de la perrera. Me contaron que en la perrera si no te recogen en tres días te matan.
A uno grandote y negro le habían obligado a pelearse con otros perros, estaba lleno de heridas. A otro, le faltaba un ojo porque le dieron una pedrada para divertirse, otro muy amable me contó que tenía el cuerpo lleno de perdigones, a otro le quisieron ahogar tirándole al río pero sobrevivió ... Son tantos y tan tristes sus historias ...
Pasé mucho tiempo allí, hice buenos amigos y algún que otro enemigo, pero según pasan los días te das cuenta de que tienes que luchar por sobrevivir y que aunque hay humanos amables no pueden estar pendientes de todos nosotros y hay que buscarse la vida por sí mismo.
Un día llegó una cuidadora y me dijo que tenía una carta. ¿Yo? ¿Una carta? ¿De quien?. Alguien había visto una foto mía en algo llamado Internet y quería ser mi padrino ¿Padrino? ¿Que será eso?. Me explicaron que esa persona me ayudaría a encontrar una familia y que pagaría mis gastos si me ponía enfermo. Me regaló un collar con dibujitos y todos me envidiaban porque tenía padrino y collar.
A los pocos meses vino un cuidador a buscarme. Me puso una correa y me subió a un coche. Yo estaba aterrado ... otra vez me iban a abandonar ... ni siquiera me había dado tiempo a despedirme de mis amigos.
Me llevó a un lugar muy raro y me dejó con un señor que parecía simpático. El señor me bañó (he de reconocer que no me sentó muy bien, pero yo me comporté, por si acaso). Luego me cepilló y eso me gustó más y me dio una galleta que estaba riquísima. Cuando llegó el cuidador, venía acompañado de dos humanos más y todos dijeron que era muy guapo. Yo seguía asustadísimo y más me asusté cuando se fue el cuidador y me dejó con esos dos humanos.
Me llevaron a otro lugar. Enseguida supe que era su casa porque todo olía como ellos. Eran muy amables y cariñosos conmigo, me enseñaron un plato y dijeron que era para mi, un colchón que según ellos también era para mi, ... pero yo tenía miedo. Me quedé en un rincón para no molestar, pero ellos no dejaban de hacerme mimos. Como me gustaban esos mimos, me acordaba de los que tu me hacías.
Pasaron los días y cada vez eran más cariñosos conmigo. No les molestaba que moviese el rabito, ni se enfadaban si me subía al sofá. Me sacaban a pasear para que hiciese mi necesidades y corriese. Me regalaron una pelota y jugaban conmigo ...
De eso ya hace unos años y ¿sabes?, les quiero un montón y ellos a mi. No todos los humanos son malos. Hasta me han enseñado a utilizar Internet para que pudiese escribirte esta carta.
Hace unos años pensaba que no deberías haberme traído al mundo, no deseaba vivir, que los humanos son malos y no tienen corazón. Ya no lo pienso porque soy feliz, pero me acuerdo de todos mis amigos del albergue que siguen allí pasando frío, luchando por sobrevivir y haciendo lo posible por conseguir una caricia.
Ahora yo estoy bien y no debes preocuparte por mi donde quiera que estés, pero si lees esta carta, ayúdanos a mi y a mis amitos a encontrar familias y padrinos para mis amigos ¿lo harás?.
Hasta pronto mami. Siempre te querré.
Blue.
Vicky, historia de un perro abandonado

Me prometí tener paciencia y publicar esta historia sólo cuando hubiera llegado a un desenlace. Hube de esperar tres meses. Y poco tiene que ver con la tecnología, al menos en primera instancia.
Estoy seguro de que hay historias más importantes, pero uno va descubriendo con el tiempo la razón por la que muchos escritores seleccionan las aparentemente más insignificantes; es en ellas donde la naturaleza humana se revela en carne viva.
Esta es, simplemente, la historia de un perro.
Un domingo frío y lluvioso de principios de agosto caminaba por mi barrio cuando en la puerta de un edificio de departamentos me encontré cara a cara con uno de los espectáculos más pasmosos que me ha tocado ver en persona. Manteniéndose a duras penas sentado, todo piel y hueso, temblando de frío, con la cabeza gacha, vencido, agobiado, había un perro agonizando. Estaba enteramente sarnoso y con la piel llagada en muchos lugares. Por la boca hinchada y entreabierta perdía baba y sangre, al parecer a causa de una herida. Tenía el aspecto de un perro muy muy viejo, y ya no miraba alrededor, hundido en sus últimas horas de lucha. Una pequeña lucha, pero lucha al fin.
Cualquiera que lo viese pensaría inmediatamente en ponerlo a dormir , como dicta el eufemismo. Cuando me acerqué a ver qué podía hacer, ése era exactamente el clamor de varios vecinos que se habían reunido en torno del pobre animal. Algunos simplemente querrían terminar con tanto sufrimiento; otros encontraban que el espectáculo no era apto para un tranquilo domingo al mediodía.
Pero yo pensaba distinto. No sólo porque he sabido de animales en peor condición que, no obstante, se recuperaron, sino, y sobre todo, porque la muerte no es algo que se decida en asamblea pública. Ni la de un hombre ni la del mejor amigo del hombre.
Herido, esquelético y moribundo, el mejor amigo se había convertido ahora en una incómoda y desagradable molestia al buscar abrigo del frío en la entrada de ese edificio. Un señor de aspecto civilizado se acercó y casi con alivio, si no acaso con un dejo de alegría, preguntó: "¿Lo llevan a sacrificar?" La amistad ya no es lo que era, definitivamente.
Mientras le comunicaba a este buen samaritano que la decisión de aplicar inyección letal sólo la tomaría un veterinario, me acerqué a estudiar la situación. Descubrí que era una hembra y calculé que le quedaban pocas horas de vida. Un día como máximo.
La boca estaba muy mal, aunque la herida no parecía estar a la vista, y daba la impresión de haber estado mucho tiempo así. Alguien teorizó que lo habría atropellado un auto. Otro, que le habían pegado un tiro. Así que la desnutrición era el segundo peor problema; la perra estaría sobre todo deshidratada. En cualquier caso, nada más se podía hacer en la vía pública. Teníamos que llegar a una guardia veterinaria, que estaba a unas quince cuadras.
Apareció entonces otro sujeto, ex empleado de una veterinaria, que aseguró –con la fría convicción del experto– que había que "ponerla a dormir". Y dale con la pulsión tanática.
Pero no todos bajan los brazos tan fácilmente. Antes de todo esto, una pareja del edificio había traído, en un acto de ingenua bondad, un plato con leche. Desde luego, la perra ni siquiera le había prestado atención. Pero esta pareja, Pablo y Mariela, serían cruciales en el desenlace.
Tenía una sola carta a mi favor, o más bien a favor del animal: casi nadie se atrevería a subir un perro en esas condiciones a su automóvil. Yo sí, por supuesto. Es más, hubiera caminado las 15 cuadras con el animal en brazos, si hubiera hecho falta. A la muerte no hay que cederle un palmo, si uno se encuentra en la situación de darle batalla. Agonía significa lucha en griego.
Llamé a la guardia para verificar que hubiera alguien y el experto me arrebató el teléfono para ofrecer su versión de los hechos al veterinario e imponer su diagnóstico antes siquiera de que el facultativo tuviera la oportunidad de revisar al animal. Con la entonación del veterano que ha visto ya muchas cosas, dejó en claro que sólo había una salida. Parecía entusiasmado con la idea de matar.
Pero me impuse, nuevamente. Sólo un veterinario confiable dictaría semejante sentencia.
Así que el siguiente paso era llevar la perra hasta la guardia. Le pregunté a Pablo si se atrevía a acompañarme. Dijo que sí, sin dudarlo. Le advertí que la cosa podía ponerse realmente muy fea. No le importó. Excelente, tenía un aliado. No sería el último.
Hacía falta una caja, cuando menos, ya que no podíamos saber si lo que el animal tenía en la piel era contagioso. Di por supuesto que sí. Luego de unos minutos de zozobra, Mariela trajo una caja de cartón del tamaño adecuado.
Sin embargo, lograr que el animal herido entrara en la caja no iba a ser tarea sencilla. Nuestro experto puso manos a la obra, literalmente, y al intentar alzarla sólo consiguió un tarascón fallido, pero enérgico, lo que me indicó que había todavía esperanza; no está muerto quien pelea.
Humillado, el experto solicitó impetuosamente un cable o cinta para atarle el hocico. Mientras llegaba este instrumento, pedí permiso y, en lugar de alzar al animal, puse la caja de costado de tal modo que lo protegiera del frío; si yo estaba en lo cierto, la perra entraría sola, sin necesidad de violentarla, sin cables, cintas ni fuerza.
Obviamente, se metió en la caja. Con esta demostración, nuestro experto hizo mutis por el foro y Pablo y yo pusimos a la paciente en el auto.
Un viaje de vuelta
El viaje hasta la veterinaria fue sin novedad, por fortuna, y en diez minutos teníamos finalmente a alguien que sabía del tema examinando al animal. El pronóstico era más que reservado, pero ambos notamos que la perra, al encontrarse en un ámbito extraño, sacaba la cabeza de la caja y miraba alrededor. Conozco a este veterinario, uno de los varios que trabaja allí, desde hace más de 15 años, y lo considero un amigo; pensamos lo mismo a la vez: "Está mirando, está alerta", dijo. Una buena señal.
Concluimos que el problema inmediato era la boca. Si no podía beber y alimentarse por sus propios medios, estaba más allá de toda posible salvación, por mucha voluntad que pusiéramos. Así que le dio anestesia y se dispuso a ver qué pasaba dentro de esas fauces. Decidí irme por unas horas, hasta que hubiera un diagnóstico definido. Estarme sentado ahí de poco servía.
Volví a las 6 de la tarde, como habíamos acordado, y así como entré el veterinario me dijo: "Ariel, mirá esto". Abrió una servilleta de papel y me mostró un pedazo de hueso de bife, cuadrado y romo de un lado y en punta y afilado del otro. "Lo tenía clavado en la garganta, eso era todo. Ya está con antibióticos, la lesión no es seria."
Por eso, por un hueso con el que se había atragantado en ese típico atracón desesperado del perro callejero, querían sacrificarla.
El pronóstico no dejaba, de todos modos, mucho margen. "Pero –me dijo el médico– es un animal joven, tiene posibilidades". "¿Joven?", pregunté. "Sí, no tiene ni dos años."
Llamé al día siguiente temprano. Ya había empezado a beber y comer por sus propios medios, me informaron. Comparado con la situación de 24 horas antes era un milagro. Pero estábamos lejos de ganar la batalla.
Pasé ese lunes por la noche para que me dieran las buenas o malas noticias que hubiera. La enfermedad en la piel no era una sarna normal, sino una forma muy grave, no contagiosa, que demandaría semanas o meses de tratamiento, y no sería sencillo ni barato. Además, el cuadro de desnutrición y deshidratación había llegado tan lejos que era muy probable que sus riñones y otros órganos estuvieran irremediablemente dañados.
Donación
Pero había pasado algo más, que tanto para el veterinario como para mí constituía un indicio del camino por seguir.
Esa tarde, mientras yo estaba en el diario, había pasado una señora a dejar una donación para la perra rescatada. Esta mujer había visto al animal moribundo en la entrada del edificio, preguntó qué había pasado, se enteró de que "alguien lo había llevado a la guardia veterinaria", había seguido el rastro hasta allí y, al recibir la noticia de que había esperanzas, dejó 60 pesos para ayudar. Sesenta pesos, supe días después, al hablar con ella, que no le sobraban.
Bueno, no nos íbamos a echar atrás ahora. Esperaríamos los análisis de sangre y, si el animal tenía posibilidades de vivir, yo me haría cargo de los gastos y, al final, la llevaría a mi casa. Tenía in pectore un nombre para la perra, si todo salía bien, pero era temprano para eso. Demasiado temprano.
Antes de irme pasé a verla. Aunque su estado era desastroso, ahora estaba acostada, relajada y miraba alrededor con interés, como dispuesta a aprovechar cualquier posibilidad que el destino le estuviera ofreciendo. El veterinario me advirtió, no obstante, que no podíamos saber qué grado de socialización con humanos podía tener un perro hallado en condiciones de abandono tan extremas. "Un perro llega a este estado cuando ha sido rechazado incluso por sus propios congéneres", explicó.
Era cierto. Le debió llevar meses derrumbarse así, siendo un animal joven, y todo eso sin que ninguna persona la ayudara. Eso podía significar que se trataba de animal problemático. Correría el riesgo. En el peor de los casos, habría que enseñarle a usar una computadora y a no robarle la comida del plato a las visitas.
Las noticias fueron buenas al día siguiente. Los análisis de sangre indicaban que su estado de salud era, pese a todo, razonablemente bueno y más bien necesitaba dormir, comer y subir de peso. Respecto de la piel, el tratamiento era costoso, pero nada que, a Dios gracias, quebrara mis finanzas.
Pasé a verla al tercer día. Dentro de su jaula, ya se alegraba de ver gente, se ponía entonces de pie y movía alegremente la cola. Comía, además, como una aspiradora viviente; después de haberla visto prácticamente muerta esa visión era sublime.
Despedida
Y así, con visitas semanales y un progreso lento, pero sostenido, pasaron dos meses y veintiocho días. Le creció el pelo, engordó y demostró no sólo estar socializada, sino también hacerse querer. El sábado 3 de este mes, cuando se despidió por fin de su hospitalización para venir a casa, todo el mundo en la veterinaria quiso saludarla, la mayoría lagrimeando. Pródiga en expresiones de cariño, como suelen serlo los perros felices, correspondió a los abrazos con saltos, lengüetazos y cabriolas.
Un rato después, cuando por fin la vi correr y saltar en mi patio le dije su nuevo nombre: Victoria.
Vicky, para los amigos, es el animal más inquieto, alegre y cariñoso que he visto en muchos años. Mis gatos no están del todo felices con la novedad, pero ya se irán acostumbrando, siempre lo hacen.
Tecnología solidaria
¿Qué tiene que ver todo esto con la tecnología digital? Poco, excepto por una cosa. Aquel domingo de julio no me propuse de entrada hacerme cargo de la situación; no sabía ni por dónde empezar; no soy un rescatista experto. Así que intenté buscar ayuda. El único teléfono que me respondió fue el de la arquitecta Sandra Cortés, que lleva adelante el Hogar de Rescate y Protección para Gatos Lourdes ( http://adopteungatito.org y http://elhogardelourdes.blogspot.com ). Me pasó el número de un amigo que se dedica a rescatar perros, pero ese teléfono estaba apagado. Sabiendo que Sandra tiene bastante con lo suyo (en octubre entregó 90 gatos en adopción), decidí entonces tomar cartas en el asunto. Cuatro meses después y tras haber aprendido muchas cosas todo salió bien.
Entre tanto, visité el sitio de Faba Online ( www.fabaonline.com ) y descubrí también que la Sociedad Mundial para la Protección Animal está recaudando firmas por medio de Internet para presentar la Declaración Universal para el Bienestar Animal ante las Naciones Unidas ( www.animalsmatter.org ); ya se han recaudado más de 900.000, pero se necesitan 10 millones. Esto parece una quimera, en un mundo donde todavía no se respetan los derechos civiles de millones de seres humanos, y donde 24.000 personas por día mueren de hambre, tres cuartas partes de las cuales son chicos de menos de 5 años.
Pero no es una quimera.
Primero, porque a pesar de todo la batalla contra el hambre no está perdida. Hace veinte años morían 41.000 personas por día a causa del hambre. Gracias a gente que hizo algo (en lugar de quejarse o pronunciar discursos) la cifra bajó casi a la mitad; sigue siendo una tragedia que debería avergonzarnos como civilización, pero la batalla no está perdida. Es cosa de no rendirse. Creo que es bien conocido el sitio TheHungerSite ( www.thehungersite.com ), pero no está de más visitarlo, hacer clic y colaborar. Al menos eso. Lo mismo digo para el sitio argentino Porloschicos ( www.porloschicos.com ) y el de la Red Solidaria, que dirige Juan Carr ( www.redsolidaria.presencia.net ); allí, dicho sea de paso, hay un enlace para votar por la ley de bosques, otro drama silencioso que nos traerá consecuencias desastrosas con el tiempo.
Segundo, porque cuando encontré a Vicky en la calle el sitio AnimalsMatter había recolectado unas 400.000 firmas; así se sumaron medio millón en cuatro meses. A este ritmo, llevará algo menos de siete años alcanzar los diez millones.
Tercero, porque como me dijo un viejo sabio hace muchos años, quien no hace nada por un perro tampoco lo hará por una persona. Lo he comprobado a lo largo de los años.
Se le atribuye al gran Albert Schweitzer, cuya filosofía de reverenciar la vida en todas sus formas admiro e intento seguir hasta donde es posible, esta frase: "No sé si los animales piensan, pero sé que sufren y esto los convierte en mis prójimos".
No me extrañaría que los mismos que están firmando en AnimalsMatter sean aquellos que también ayudan a los desposeídos.
En fin, aunque no es usual que coloque imágenes en esta columna, aquí va una foto de Vicky. Si eso no es una sonrisa, no sé qué es.
Por Ariel Torres
DESPEDIDA DE UN PERRO ABANDONADO
¿Cómo estas? Deseo de todo corazón que te encuentres bien.
Si recibes este mensaje, espero que me perdones si rompe tu paz de espíritu ó si te incomodan los recuerdos que mis palabras te puedan traer. Por la amistad que pienso un día tuvimos, es por lo que no podía desaprovechar la oportunidad que me han dado para poder despedirme de ti.
Han pasado ya muchas lunas desde que te vi por última vez. Desde entonces han ocurrido muchas cosas. Durante todo este tiempo, he podido repasar muchas vivencias que pasamos juntos. Aún recuerdo la primera vez que nos vimos. Tú eras un macho humano, joven, alegre y lleno de vitalidad y yo un cachorro de unas pocas lunas. Recuerdo que me cogiste entre tus brazos y mientras yo lamía tu cara llena de alegría y emoción, tu me acariciabas la cabeza. Al principio me costó aprender tu lenguaje y tu también tuviste problemas para comprender el mío, pero poco a poco nos fuimos entendiendo. A pesar de los primeros destrozos, nunca te enfadaste y siempre tenias una caricia para ofrecerme.
Pacientemente aprendí a sentarme y a tumbarme cuando tu me lo ordenabas, ó mientras te esperaba en la calle cuando entrabas en algún sitio a buscar cosas. Corrimos muchas veces los dos juntos por el campo. Dormía contigo y yo era el que trataba de animarte cuando estabas triste ó cansado.
Con el tiempo vinieron algunas hembras de tu especie a casa. A unas les gustaba y me sacabais los dos de paseo. A otras no les gustaba tanto y durante algunas lunas parecías olvidarte de mí, pero eso no me importaba porque te veía feliz y eso me hacia feliz a mí.
Un día llegó una hembra que ya no se marchó nunca mas. Yo te había confiado mi vida y todo mi futuro dependía de ti y ahora también de tu compañera. No le gustaban mucho los de mi especie, pero aún así intenté con todas mis fuerzas agradarle y obedecerle en todo momento, al igual que hacia contigo.
Poco a poco me fuiste apartando. Pasabas menos tiempo en casa y más en ese sitio que tu llamabas trabajo. Tu compañera tampoco tenia mucho tiempo para dedicarme porque también estaba siempre ocupada. Tan solo alguna salida rápida para que hiciera mis necesidades y una carrerita yo solo. Ya no teníais ganas de jugar conmigo. Así pasaron muchas salidas y puestas de sol. Cuando te veía triste ó abatido me acercaba a ti para intentar consolarte, pero tu me apartabas con un pequeño empujón y me decías Ahora no chico. Estoy cansado. Yo me separaba obediente y me acostaba en mi rincón pensando que podía hacer para que estuvieras mas contento. Me dolía el alma al verte tan triste.
Después llegó tu primer cachorro. Otro miembro mas en la familia al que yo me propuse proteger y cuidar como si fuera mi cachorro. Desde el primer día quise estar pendiente de él para que no le pasara nada, pero a tu compañera parecía no gustarle mucho que estuviera tan cerca. Tenia miedo que le hiciera daño. Se ve que no me conocía ni siquiera un poquito.
Yo, que hubiera dado mi vida por defender la de tu pequeño cachorro o la de tu compañera y por supuesto la tuya, fui poco a poco arrinconado en un cuarto donde pasaba la mayor parte del día, solo, sin poder disfrutar de vuestra compañía que era lo único que deseaba. Tu, que para mí eras mi guía y mi Dios, no hacías nada para que la cosa cambiara. Me ignorabas. Ya no era tu mejor amigo. Ahora parecía que sólo era un estorbo para ti. Desde mi cuarto, a veces, podía oír como discutías por mi culpa con tu compañera. Oía palabras que no comprendía muy bien lo que significaban. ¿ ...... hacer con él? .... No podemos ...... .... no puedo, está conmigo desde que era pequeñito....
Un día, cuando el sol estaba durante muchas horas en el cielo, pusiste un montón de cosas en tu maquina de viajar, hiciste subir a tu compañera y a tu cachorro que ya sabia andar solo y también sabia hablar, y a mí me montaste en la parte de atrás, en medio de todos los cacharros. Parecía que nos íbamos de viaje todos juntos. ¡¡Que bien!! ¡¡ Otra vez volvíais a contar conmigo!!. ¡¡Por fin toda la familia saliendo a pasear toda junta!!.
Después de algunas horas de viaje, paraste en un sitio para dar de beber a tu maquina de viajar. Tu compañera y tu cachorro entraron en el edificio lleno de gente. Tu me abriste la puerta trasera para que pudiera salir a correr un poquito y así estirar mis patas, como habíamos hecho siempre que salíamos en un viaje largo. Me llevaste a la parte de atrás del edificio, donde había un pequeño campo. Me sacaste la correa y me animaste para que echara unas carreras y hacer un pis. ¡Era estupendo!. ¡Otra vez volvías a preocuparte de mí! Al rato, después de desfogarme un poco, levanté la cabeza esperando encontrarte en el lugar donde te habías quedado parado cuando me soltaste, pero no estabas. Salí corriendo en dirección donde se había quedado bebiendo tu maquina de viajar. Era extraño, porque tu siempre me llamabas cuando querías marcharte y yo acudía veloz a tu llamada. Pero esta vez no me habías llamado. Seguramente porque ya confiabas mucho en mi y sabias que en cuanto no te viese, saldría a buscarte.
Iba corriendo y pensando en lo que estaba pasando, cuando al dar la vuelta a la esquina del edificio pude ver como se alejaba tu maquina de viajar. Empecé a llamarte al mismo tiempo que apuraba mi carrera. ¡ Eh, amigo, que te olvidas de mí! gritaba una y otra vez mientras que seguía corriendo con mas fuerza. A través del cristal trasero de tu maquina pude ver como tu cachorro me hacia señales con la mano a la vez que de sus ojos salía ese liquido que vosotros llamabais lagrimas y que le ocurría siempre que hacia una cosa que vosotros llamáis llorar. No entendía nada. ¿Porque estaba llorando tu cachorro, porqué te habías olvidado de llamarme como hacías siempre? ¿ Porqué.....? ¿porqué......?.
Seguí gritando y corriendo un rato mas con la esperanza de que te dieras cuenta de que faltaba yo, pero pasaban muchas maquinas de viajar como la tuya a toda velocidad y tuve miedo de que me hicieran daño, así que pensé que lo mejor era regresar al sitio donde nos habíamos parado y esperar allí a que volvieras a recogerme. Me situé un poco apartado, debajo de un árbol para protegerme del sol que calentaba mucho. Desde allí podía ver perfectamente como llegaron un montón mas de maquinas, todas cargadas de maletas y con muchos humanos. Llego la noche y tu no aparecías. Yo estaba un poco nervioso porque allí no conocía a nadie.
Así pasaron varias noches más. Yo no podía explicarme como podías tardar tanto en volver. Seria que no sabias regresar a buscarme por que no tenias ese papel que llamáis mapa y que tu siempre mirabas cuando salíamos de casa para ir al campo.
Mientras seguía esperando por ti, los señores que atendían a los que paraban allí, me dieron agua para beber e intentaron sobornarme con comida, pero yo me alejaba de ellos. No tenia hambre y además no quería que me cogieran y me apartaran de aquel lugar. ¡Y si regresabas y yo no estaba allí! ¡que ibas a pensar de mi!.
Tenía que esperar el tiempo que hiciese falta. Todas las noches le pedía a gritos al Gran Espíritu del Norte que guiara tus pasos de regreso en mi búsqueda. Pasaron otras cuantas noches más y un amanecer cuando aún estaba medio dormido unos señores con un lazo me sorprendieron y me apresaron. Me introdujeron en una maquina de viajar mas grande que la tuya y me llevaron a un sitio apartado. Al entrar pude ver un cartel que ponía algo así como perrera municipal.
Aquel sitio estaba abarrotado de otros como yo. Me llevaron a una habitación donde estaban esperando un macho y una hembra jóvenes de tu especie, vestidos con unas batas verdes. Me miraron, escucharon mi respiración y mi corazón con un aparato y me tocaron por todas partes. Está un poco asustado y flaco dijo la hembra. no es de extrañar si lleva casi dos semanas sin comer, abandonado a su suerte en la gasolinera dijo después el macho. Parece un animal fuerte, seguro que en unos pocos días estará recuperado añadió.
¡Abandonado!. Que significaba aquella palabra. Nunca la había escuchado anteriormente. A los pocos días, la perrita con la que compartía la habitación en la que nos habían encerrado, me lo explicó. Todos los que estaban allí les había pasado lo mismo. Sus amos los habían abandonado. ¡pero eso no puede ser! , les repetía yo una y otra vez, el humano con el que yo vivía era mi amigo y nunca me haría eso les decía yo. lo que pasa es que está un poco cansado del trabajo y se olvido de mi en aquel sitio y ahora seguro que está tratando de encontrarme para llevarme con él les repetía yo un día tras otro, tratando de convencerme a mi mismo de que eso era lo que de verdad había pasado. No quería creer otra cosa.
Seguía sin comer mucho. La pena por estar encerrado en aquel lugar me hacía perder el apetito. Mis compañeros de encierro me decían que tenia que reponerme, que si no comía no tendría buen aspecto y nadie me querría adoptar. ¡es que yo no quiero que nadie me adopte. Yo ya tengo una familia y no quiero otra! les respondía. Pasaron muchas más noches. Alguna vez, venían alguna familia y se llevaban a alguno de mis compañeros. Yo seguía esperando ilusionado a que un día aparecieras tú con tu compañera y tu cachorro a buscarme.
Un día que estábamos como siempre varios en el patio, se acercó a mi un tipo que ya llevaba varios días provocándome. Era un macho más joven y fuerte que yo y le gustaba presumir de su fuerza delante de las hembras.. Siempre se metía conmigo diciéndome que tu nunca vendrías a buscarme, que eras igual que todos los otros humanos que habían abandonado a sus mejores amigos en aquel terrible lugar porque les estorbaban. Yo no podía consentir que aquel individuo ignorante y provocador pusiera en duda tu buen corazón. Después de un rato en el que me estuvo machacando con su voz histérica, no pude aguantar más y me abalancé sobre él. Lo cierto es que yo no estaba en mi mejor forma física pero intenté defender tu honor con todas mis fuerzas, pero aquel joven macho estaba más fuerte y me dio una buena paliza. A continuación todo pasó muy deprisa.
Salieron los humanos que nos cuidaban, me cogieron en brazos y me tumbaron encima de una mesa de metal frió que tenían dentro de la casa. Yo casi no podía moverme. No tenia fuerzas .Tenia mordiscos por casi todas partes que sangraban bastante, pero no sentía dolor. Estaba muy cansado.
Seguía esperándote pero las horas se me acababan.
Los dos humanos parecían nerviosos. No paraban hablar y de abrir y cerrar cajones, cogiendo todo tipo de cosas.
Se acercaron a la mesa donde estaba tumbado y comenzaron a limpiarme las heridas. Sus caras tenían una expresión extraña. Seguían discutiendo. no podemos hacer nada por él decía el macho. si que podemos.
Tenemos que intentarlo decía la hembra. no vale la pena volvía a repetir el macho. no creo que pueda recuperarse de estas heridas. Y aunque lo haga, se acabará muriendo de tristeza continuó diciendo. desde que llegó, prácticamente no ha comido, se pasa el día tumbado en la esquina de la entrada como si estuviera esperando por alguien, que tu y yo sabemos que no vendrá. Sabes que estamos desbordados, no podemos atenderlo como realmente se merece, así que no vale la pena seguir haciéndolo sufrir. Lo mejor para él es dormirlo acabó diciendo mientras que la hembra me miraba con cara de tristeza y parecía asentir con la cabeza.
Al cabo de un momento, la hembra se acercó y empezó a hablarme con una gran ternura mientras me inyectaba un liquido frió en una de mis patas. tranquilo, no te dolerá me decía en voz bajita. Al poco tiempo empecé a sentir como me invadía un gran sueño. Ella seguía a mi lado, con su cabeza pegada a la mía. Lo siento chico fue lo ultimo que me dijo, al tiempo que unas enormes gotas de agua le salían de sus lindos ojos. ¡Lo siento! había dicho. Hacia tiempo que no escuchaba aquella frase. Alguna vez , tu también me lo habías dicho. No sé muy bien porque me lo decía, pero sonaba bien, así que haciendo un pequeño esfuerzo, moví ligeramente la cola en señal de agradecimiento.
Mi corazón empezó a latir con menos fuerza, los ojos se me cerraban y la boca se me secaba. Sospechaba que la cara mojada de aquella joven hembra que tan amablemente me estaba tratando era lo ultimo que vería, así que con el ultimo aliento que me quedaba, pasé mi lengua por su cara tratando de secarle las lagrimas. Era mi forma de darle las gracias. Ya que no pude despedirme de ti, al menos lo haría de ella, aunque hubiera preferido que fueras tú el que me acompañaras en aquel trascendental momento. Cerré los ojos y sentí como una profunda sensación de bienestar invadía todo mi cuerpo.
Hace dos días que llegué a este lugar. Ayer, el Consejo de los Espíritus de las Razas con el Gran Espíritu del Norte al frente, me felicitó por haber sido un modelo a seguir por todos los otros miembros de mi especie. Había cumplido a la perfección con todos mis deberes y obligaciones durante mi vida con los humanos.
Por ello, me concedieron la posibilidad de pedir un ultimo deseo. Podía pedir casi cualquier cosa. Una compañera, la mejor de las comidas, una morada en las montañas ó en la playa..... Yo les pedí que me dejaran regresar a tu lado, pero me dijeron que eso ya no era posible. Entonces les pedí, que hicieran todo lo posible para que recibieras este mensaje. Con el quiero despedirme. Espero que si lo recibes, reflexiones un poco sobre todo lo que te he contado. Sobre el valor de la amistad, la lealtad y el amor hacia los que dependen de ti.
Espero que la luz vuelva a entrar en tu corazón, te despierte la conciencia y tengas la posibilidad de rectificar tus errores y evitar que otros los cometan también.
Lo que hiciste conmigo no es el mejor ejemplo para educar a tu cachorro. Tal vez un día, cuando tu seas viejecito, también te conviertas en un estorbo para él y entonces un día decida dejarte abandonado en una gasolinera. Sin embargo, sabes que nosotros nunca lo haríamos.
También quiero que sepas que a pesar de todo no te guardo odio ni rencor. Esos sentimientos no caben en nuestro corazón. Creo que sólo vosotros los humanos podéis sentirlos.
Te echaré mucho de menos. Espero que tu también te acuerdes algo de mí.
Hasta siempre querido amo, amigo y compañero. Te quiero. Siempre estarás en mi corazón.
Tu fiel y leal amigo,
Tu perro.
POR LAS VACACIONES DE VERANO, TEN CONOCIMIENTO NO LO ABANDONES


Reproducimos aquí una hermosa, a la vez que triste, carta con la esperanza de que pueda conmover a aquellas personas que, por cualquier motivo, piensan en abandonar a su animal de compañía.
Hoy cumplí una semana de nacido, ¡Qué alegría haber llegado a este mundo!
Mes 01: Mi mamá me cuida muy bien. Es una mamá ejemplar.
Mes 02: Hoy me separaron de mi mamá. Ella estaba muy inquieta, y con sus ojos me dijo adiós. Esperando que mi nueva “familia humana” me cuidara tan bien como ella lo había hecho.
Mes 04: He crecido rápido; todo me llama la atención. Hay varios niños en la casa que para mí son como “hermanitos”. Somos muy inquietos, ellos me cogen la cola y yo les muerdo jugando.
Mes 05: Hoy me regañaron. Mi ama se molestó porque me hice “pipí” dentro de la casa; pero nunca me habían dicho dónde debo hacerlo. Además duermo en la recámara… ¡y ya no me aguantaba!
Mes 06: Soy un perro feliz. Tengo el calor de un hogar; me siento tan seguro, tan protegido. Creo que mi familia humana me quiere y me consiente mucho. Cuando están comiendo me convidan. El patio es para mi solito y me doy vuelo escarbando como mis antepasados los lobos, cuando esconden la comida. nunca me educan. Ha de estar bien todo lo que hago.
Mes 12: Hoy cumplí un año. Soy un perro adulto. Mis amos dicen que crecí más de lo que ellos pensaban. Que orgullosos se deben de sentir de mí.
Mes 13: Qué mal me sentí hoy. “Mi hermanito” me quitó la pelota. Yo nunca cojo sus juguetes. Así que se la quité. Pero mis mandíbulas se han hecho muy fuertes, así que lo lastimé sin querer. Después del susto, me encadenaron casi sin poderme mover al rayo del sol. Dicen que van a tenerme en observación y que soy ingrato. No entiendo nada de lo que pasa.
Mes 15: Ya nada es igual… vivo en la azotea. Me siento muy solo, mi familia ya no me quiere. A veces se les olvida que tengo hambre y sed. Cuando llueve no tengo techo que me cobije.
Mes 16: Hoy me bajaron de la azotea. Seguramente mi familia me perdonó y me puse tan contento que daba saltos de alegría. Mi rabo parecía que iba a salir desorbitado. Encima de eso, me van a llevar con ellos de paseo. Nos dirigimos hacia la carretera y de repente
se pararon. Abrieron la puerta y yo me bajé feliz creyendo que haríamos nuestro “día de campo”. No comprendo por qué cerraron la puerta y se fueron. “¡Oigan, esperen!” Se olvidan de mí. Corrí detrás del coche con todas mis fuerzas. Mi angustia crecía al darme cuenta, que casi me desvanecía y ellos no se detenían: me habían olvidado.
Mes 17: He tratado en vano de buscar el camino de regreso a casa. Me siento y estoy perdido. En mi sendero hay gente de buen corazón que me ve con tristeza y me da algo de comer. Yo les agradezco con mi mirada y desde el fondo con mi alma. Yo quisiera que me adoptaran y seria leal como ninguno. Pero solo dicen “pobre perrito”, se ha de haber perdido.
Mes 18: El otro día pasé por una escuela y vi a muchos niños y jóvenes como mis “hermanitos”. Me acerqué, y un grupo de ellos, riéndose, me lanzó una lluvia de piedras “a ver quien tenia mejor puntería”. Una de esas piedras me lastimó el ojo y desde entonces ya no veo con él.
Mes 19: Parece mentira, cuando estaba más bonito se compadecían más de mí. Ya estoy muy flaco; mi aspecto ha cambiado. Perdí mi ojo y la gente más bien me saca a escobazos cuando pretendo echarme en una pequeña sombra.
Mes 20: Casi no puedo moverme. Hoy al tratar de cruzar la calle por donde pasan los coches, uno me arrolló. Según yo estaba en un lugar seguro llamado “cuneta”, pero nunca olvidaré la mirada de satisfacción del conductor, que hasta se ladeó con tal de centrarme. Ojalá me hubiera matado, pero solo me dislocó la cadera. El dolor es terrible, mis patas traseras no me responden y con dificultades me arrastré hacia un poco de hierba a ladera del camino.
Mes 21: Tengo 10 días bajo el sol, la lluvia, el frío, sin comer. Ya no me puedo mover. El dolor es insoportable. Me siento muy mal; quedé en un lugar húmedo y parece que hasta mi pelo se está cayendo. Alguna gente pasa y ni me ve; otras dicen: “No te acerques”. Ya casi estoy inconsciente; pero alguna fuerza extraña me hizo abrir los ojos. La dulzura de su voz me hizo reaccionar. “Pobre perrito, mira como te han dejado”, decía…junto a ella venía un señor de bata blanca, empezó a tocarme y dijo: “Lo siento señora, pero este perro ya no tiene remedio, es mejor que deje de sufrir.” A la gentil dama se le salieron las lágrimas y asintió. Como pude, moví el rabo y la miré agradeciéndole me ayudara a descansar. Solo sentí el piquete de la inyección y me dormí para siempre pensando en por qué tuve que nacer si nadie me quería.